
Estrés y trabajo – Empodérate y traza tu camino
Como seres humanos que somos, reaccionamos ante situaciones de estado de nervios reiterados, generando estrés.
Y, de la misma manera que se puede tener estrés en el ámbito personal, también se puede tener y, lamentablemente, es cada vez más común, el denominado estrés laboral.
El estrés laboral puede tener un origen exógeno o endógeno. El primero de ellos sería provocado por factores de las propias condiciones en las que desempeñamos nuestro trabajo como, por ejemplo, exceso de carga por mal dimensionamiento de la plantilla, puntas de actividad que requieren jornadas “sprint” etc. A su vez, estos se pueden dividir en temporal o permanente; el temporal hará que los factores que provocan la situación de estrés no se prolonguen en el tiempo y, por lo tanto, tendrá carácter pasajero. Por contrario, el de carácter permanente será aquel en el cual no hay visos de que los factores generantes se vayan a corregir. Ante esta situación, lo más recomendable es mantener una conversación con el superior jerárquico directo y, si esta acción no obtiene resultados, plantearse un cambio puede ser una buena opción.
En segundo lugar, tenemos el estrés laboral de origen endógeno, el cual viene dado por el sentido de la responsabilidad, cumplimiento y calidad en el desarrollo de la labor profesional, por parte del propio trabajador. El hecho de ser consciente de que un resultado concreto dependerá de las acciones que está en nuestra mano dirigir o llevar a cabo, puede suponer una fuente de presión emocional, que acabará generando estrés. Tener este tipo de sentimientos no es nada raro, sino que es muy habitual, pero es una emoción de connotación negativa, dado que lo que dejamos salir no es otra cosa más que el miedo a que las cosas no salgan como habíamos previsto y miedo a las consecuencias que todo ello pueda suponer.
Ahora que ya hemos localizado la emoción negativa, el objetivo es aprender a controlarla para que, no sólo no se convierta en un obstáculo diario, sino incluso para darle la vuelta a ese sentimiento y convertirlo en un potenciador de nuestras competencias y habilidades profesionales.
Y, con la finalidad de poder controlar el estrés, la práctica de los siguientes métodos puede ser de ayuda:
1. Date un respiro y deja un poco de distancia
A veces nos obcecamos en obtener la solución a un dilema o la respuesta a una situación concreta de forma inmediata y, cuanto más tardamos en encontrarla, más crece nuestra frustración. Si estás atascado, date un respiro, deja distancia y deja que se asiente la cuestión a responder, lo más probable es que la respuesta llegue justo en el momento en que has dejado de pensar en ello.
2. Practica el mindfulness
Debemos adquirir conciencia plena sobre nuestras emociones para mitigar el efecto que tienen las emociones negativas sobre todas las facetas de nuestra vida. Si le interesa este tema le invitamos a leer más sobre ello en el siguiente post sobre mindfulness.
3. Organización
Cuando nos encontramos ante una situación de complejo abordaje lo primero que debemos establecer es la ordenación de tareas para la consecución completa de nuestro objetivo. Dividimos las tareas, establecemos el tempo que nos llevará cada una y empezamos de la más sencilla a la más compleja.
4. Desconexión digital y mental
En épocas donde nuestro nivel de estrés está al alza, debemos obligarnos a realizar una desconexión absoluta de las obligaciones y responsabilidades laborales, desde que termina nuestra jornada hasta que se inicia la siguiente. Parece una obviedad, pero de nada sirve no estar en la oficina si nuestro cerebro sigue conectado a nuestras preocupaciones laborales. Disfruta de tus hobbies, familia, amigos, date un capricho, practica deporte, cultiva tu yo interior o simplemente sal a pasear con tu perro, realiza actividades que centren tu pensamiento en las cosas que te provocan felicidad, desconectarás y te ayudará a poder descansar mejor.
5. Practica el pensamiento en positivo
Nos puede pasar que, ante una situación de estrés, nuestro pensamiento nos lleve a ver y pensar en negativo. No pasa nada, pero debemos hacer introspección y enseñarnos, poco a poco, a virar esa tendencia. De esta forma, cuando tengamos un pensamiento del tipo “esto no puedo hacerlo, es muy complicado” deberemos obligarnos a cambiar la frase por “a pesar de que el objetivo es complejo, mi conocimiento, tesón y ahínco va a conseguirlo”.
Conseguir obtener el control sobre nuestras emociones es sólo cuestión de querer hacerlo y los beneficios son múltiples, primero, a nivel personal y, como consecuencia, a nivel profesional.
Lo más importante es ser conscientes de que, la salud, es lo más importante que tenemos. Si la cultivamos en todos los sentidos, los resultados tienen un factor multiplicador.
